Limpiadora desnuda cobra desde £125 la hora y revela los servicios más locos que ofrecen… por un “extra”
Cuando pensabas que ya habías escuchado todos los trabajos raros del mundo, aparece la limpiadora desnuda. Sí, has leído bien: una mujer que, por el módico precio de £125 la hora (¡más cara que un fontanero con prisa!), limpia tu casa mientras está en cueros. Y no, no es una broma de TikTok… esto es negocio serio.
La protagonista de esta historia tan curiosa como escandalosa asegura que su servicio es 100 % legal, que no hay contacto físico alguno, y que, básicamente, su aspiradora ve más cuerpos desnudos que Tinder.
Pero si creías que solo se trataba de limpiar y ya, agárrate. Porque los clientes que sueltan unos billetes extra pueden acceder a una serie de “servicios especiales” que parecen sacados de una mezcla entre “Mujeres desesperadas” y un sketch de “Little Britain”:
- Caminar lentamente con productos de limpieza ultra perfumados como si fuera un desfile de Victoria’s Secret… pero con guantes de goma.
- Limpiar el baño disfrazada de enfermera, profesora o hada mágica (¿quién dijo que las fantasías no podían oler a lavanda?).
- Permitir que el cliente le haga preguntas existenciales mientras friega el suelo, tipo: “¿Crees que el universo es infinito?” o “¿Dónde está mi dignidad ahora mismo?”.
- Y, atención: ¡limpieza de coches, garajes y hasta jardines! Todo esto, por supuesto, al desnudo y sin perder el estilo.
Según cuenta, lo más raro no es la ropa (o la falta de ella), sino que la mayoría de los clientes no quieren nada sexual. Algunos solo quieren conversación, otros buscan una especie de mezcla entre Marie Kondo y Adán y Eva… pero con escoba.
Eso sí, tiene límites muy claros: si alguien intenta pasarse de listo, se acabó la función. “Aquí se viene a limpiar, no a montar una película de Netflix con categoría +18”, viene a decir ella.
Así que ya sabes, si algún día te da pereza limpiar y tienes £125 de sobra, quizás puedas contratar a alguien que le dé brillo a tu cocina y, de paso, a tus prejuicios.
