¿Puede un loro ayudar a resolver un asesinato? En uno de los casos más inusuales de los últimos años, un ave parlante casi se convierte en testigo clave de un crimen que sacudió a una familia en Michigan.
Un asesinato en apariencia confuso
En 2015, Glenna Duram disparó cinco veces contra su esposo, Martin Duram, en su casa en Michigan, y luego intentó quitarse la vida. Cuando la policía llegó, encontraron a Glenna con una herida de bala en la cabeza y afirmando no saber quién les había disparado. En un principio, los agentes pensaron que se trataba de un doble asesinato fallido.
Pero había un testigo inesperado: el loro de la pareja, llamado Bud.
El loro que no dejaba de repetir una frase escalofriante
Poco después del crimen, Bud comenzó a repetir una frase que heló la sangre de la familia de Martin:
“¡No dispares, no jodidamente dispares!” – en lo que parecía ser la voz de Martin.
La familia sospechó inmediatamente que el ave estaba repitiendo las últimas palabras de la víctima. Las autoridades, sin embargo, necesitaban más pruebas sólidas.
El oscuro trasfondo financiero y una verdad que salió a la luz
La investigación reveló que Glenna había dejado cartas de despedida dirigidas a sus familiares, lo cual indicaba un posible intento de asesinato-suicidio. También se descubrió que la pareja tenía problemas financieros graves debido a las apuestas y estaban a punto de perder su casa.
Las evidencias comenzaron a apuntar directamente a Glenna. Aunque ella insistía en no recordar nada de lo sucedido y negaba haber matado a su esposo, fue acusada formalmente de asesinato.
¿Un loro como testigo en la corte?
Pese a la insistencia de la familia Duram y la existencia de un video que mostraba a Bud repitiendo la frase comprometedora, los fiscales decidieron no utilizar al loro como testigo. Consideraron inviable, e incluso ridículo, llevar a un ave al estrado. La imposibilidad de confirmar si el animal comprendía lo que decía fue otro factor determinante.
Finalmente, el jurado encontró culpable a Glenna Duram, y fue sentenciada a cadena perpetua.
¿Y el destino del loro Bud?
Bud fue adoptado por Christina Keller, exesposa de Martin, quien se encargó de darle un nuevo hogar lejos del escabroso episodio.
Conclusión
Aunque no testificó en el juicio, el loro Bud dejó una marca indeleble en este extraño y trágico caso. Su repetición insistente de lo que posiblemente fueron las últimas palabras de Martin sirvió como catalizador para que la familia buscara la verdad y presionara por justicia. Y aunque la justicia no se basó en los graznidos del ave, Bud siempre será recordado como el “testigo que no pudo hablar en la corte”.