Aquí tienes la traducción del caso de Liam Ashley:
El impactante asesinato de Liam Ashley: Cuando sus propios padres lo enviaron a prisión, fue brutalmente asesinado en un furgón penitenciario
El 24 de agosto de 2006, la vida de Liam Ashley llegó a un trágico y evitable final dentro de un furgón penitenciario en Auckland, Nueva Zelanda.
Este impactante caso puso en evidencia graves fallos en los procedimientos de transporte penitenciario, lo que provocó indignación a nivel nacional y exigencias de reforma.
Liam, un adolescente vulnerable con delitos menores, fue colocado en el mismo furgón que George Charlie Baker, un delincuente violento con un historial criminal preocupante.
Trágicamente, esta decisión resultó en la muerte de Liam Ashley.
Las autoridades locales y el sistema de transporte penitenciario fueron fuertemente criticados por su papel en esta tragedia.
Pero este caso no es solo un asesinato: es un escalofriante recordatorio de cómo las fallas sistémicas pueden tener consecuencias mortales.
¿Cómo terminó Liam Ashley en un furgón penitenciario? Antecedentes del caso
Liam John Ashley nació el 17 de mayo de 1989 en North Shore City, Auckland, hijo de Ian y Lorraine Ashley.
Era el menor de cuatro hermanos y, desde los tres años, fue diagnosticado con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), comenzando a medicarse a los cinco años.
Esto le ocasionó dificultades de comportamiento y aprendizaje, lo que llevó a múltiples cambios de escuela.
A pesar de sus desafíos, sus amigos lo describían como un adolescente enérgico y lo apodaban “Crazy Liam.”
Durante su crecimiento, tuvo algunos problemas menores con la ley, incluyendo incidentes de consumo de alcohol en público y alteración del orden.
En un incidente no reportado, Liam y un amigo tomaron el auto de su padre para un paseo ilegal y luego lo abandonaron en el mar tras romperle los vidrios.
Sus padres, al no saber que él estaba involucrado, nunca presentaron cargos.
Pero cuando llegó a la adolescencia, sus problemas con la ley aumentaron.
El 30 de junio de 2006, Liam fue arrestado y acusado de allanamiento ilegal, hurto diurno de bienes valuados en menos de $500 y posesión de un cuchillo en un lugar público.
Quedó en libertad bajo fianza el 3 de julio de 2006.
Ese mismo mes, fue arrestado nuevamente y se le imputaron nuevos cargos, incluyendo presencia ilegal en un área cerrada, incumplimiento de una prohibición de conducir y un segundo caso de allanamiento.
El 18 de agosto de 2006, Liam tomó el auto de su madre sin permiso, lo que llevó a sus padres a presentar cargos con la esperanza de darle una lección.
Fue arrestado nuevamente y se le agregaron más cargos: operación ilegal de un vehículo, posesión de una pipa de cannabis y un segundo cargo de hurto.
El 20 de agosto de 2006, Liam fue evaluado con la Escala de Vulnerabilidad Juvenil en Prisión (PYVS), obteniendo 17 de 24 puntos, clasificándolo como un recluso de “alto” riesgo de vulnerabilidad.
Sus padres, preocupados por su comportamiento y queriendo evitar que cometiera más delitos menores, tomaron la difícil decisión de negarle la fianza.
Pensaban que la prisión sería el lugar más seguro para él y que lo ayudaría a corregir su conducta.
Lo que no sabían era que esta decisión tendría un desenlace inimaginable.
El brutal asesinato de Liam Ashley
El 24 de agosto de 2006, Liam Ashley, de 17 años, fue trasladado en un furgón penitenciario desde el Tribunal del Distrito de North Shore hasta la Prisión de Remand de Auckland.
A pesar de su edad y vulnerabilidad, fue transportado junto a delincuentes adultos, una decisión que resultaría fatal.
El furgón tenía cuatro compartimentos y Liam fue colocado en uno de ellos junto a otros dos reclusos.
Uno de ellos era George Charlie Baker, de 25 años, un delincuente violento con un historial de crímenes graves.
Aproximadamente a las 5:00 p. m., el furgón partió del tribunal e hizo una parada de 30 minutos en la estación de policía de Henderson a las 5:15 p. m.
Poco después de salir de la estación, alrededor de las 5:50 p. m., Baker lanzó un ataque brutal contra Liam.
El otro recluso en el furgón, identificado como “Prisionero E,” informó que Baker golpeó a Liam, lo pisoteó y lo estranguló durante unos 10 a 15 minutos.
Prisionero E luego declaró que Baker gritaba: “¡Muérete, muérete, jodidamente muérete!” mientras atacaba a Liam.
También relató que Baker dijo: “Este chico tarda mucho en morir, todavía está respirando”, mientras Liam luchaba por su vida.
El ataque pasó desapercibido para los guardias del furgón hasta que llegaron a su destino a las 6:05 p. m.
Al llegar, Baker les dijo inmediatamente a los oficiales: “Saquen a ese tipo, lo maté,” y agregó: “Uso [jerga samoana para ‘hermano’], mejor sáquenlo, lo acabo de matar. No está respirando.”
Se llamó a una ambulancia, pero tardó 25 minutos en llegar.
Liam fue trasladado de urgencia al Hospital Público de Auckland con graves lesiones cerebrales.
A pesar de los esfuerzos médicos, no mostró signos de recuperación.
Al día siguiente, el 25 de agosto a las 10:30 a. m., la familia de Liam tomó la desgarradora decisión de retirarle el soporte vital.
Fue declarado muerto a las 10:45 a. m.
El asesinato conmocionó a la nación y puso en evidencia fallos críticos en el sistema de transporte penitenciario, especialmente la decisión de colocar a un adolescente vulnerable junto a un delincuente peligroso como Baker.
Proceso legal y el motivo del ataque
Tras el asesinato de Liam Ashley, George Charlie Baker fue rápidamente arrestado y llevado a juicio.
El 1 de diciembre de 2006, Baker fue declarado culpable del asesinato de Liam y condenado a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional después de 18 años.
Durante el juicio, Baker admitió haber matado a Liam, pero dio una explicación escalofriante para sus acciones.
Afirmó que Liam vivía cerca de la ubicación de un crimen que él había cometido anteriormente.
Esto lo llevó a sospechar que el adolescente podría haber presenciado el delito o ser utilizado como testigo por los fiscales.
Baker aseguró que creía que Liam era un “nark” (informante) que podía testificar en su contra.
También intentó justificar el ataque diciendo que no fue premeditado.
Además, Baker alegó que él y Liam habían hablado sobre la posibilidad de escapar del furgón durante el traslado.
Según Baker, intentaron forzar las puertas del vehículo, pero fracasaron.
Cuando Liam se negó a fingir una convulsión para atraer la atención de los guardias, Baker dijo que “perdió el control” y lo atacó.
Sin embargo, estas afirmaciones fueron desestimadas en gran medida por el tribunal, ya que las pruebas y los testimonios de testigos dejaron en claro que se trató de un ataque brutal y no provocado.
El único testigo del ataque, “Prisionero E,” corroboró algunas partes de la versión de Baker pero agregó detalles clave.
Prisionero E declaró que Baker apretó aún más su agarre en el cuello de Liam a medida que el furgón se acercaba a su destino, lo que sugiere una intención deliberada de matarlo.
El historial de violencia de Baker, incluyendo condenas previas por agresión y robo agravado, debilitó aún más su defensa.
El tribunal concluyó que las acciones de Baker fueron extremadamente graves y su sentencia reflejó la brutalidad del crimen.
Este caso sigue siendo un recordatorio devastador de las fallas del sistema penitenciario y el alto costo de las decisiones mal ejecutadas.