Uno de los elementos más característicos del invierno es, sin duda, el gorro. Más allá de su utilidad para protegernos del frío, se ha convertido en una prenda versátil que complementa diferentes estilos. Y hay un detalle que llama la atención en muchos modelos: el pompón en la parte superior.
A simple vista podría parecer un simple adorno, pero lo cierto es que este pequeño elemento tiene una función más práctica de lo que imaginamos.
¿Para qué sirve realmente el pompón?
Aunque muchos piensan que se trata únicamente de una cuestión estética, el pompón cumple una función práctica: actúa como un contrapeso que ayuda a mantener el gorro en su sitio, especialmente en zonas con viento intenso o clima muy frío. Este diseño impide que el gorro se desplace con facilidad, aportando estabilidad.
Un accesorio con historia
El uso del pompón en los gorros tiene un origen mucho más lejano de lo que podríamos pensar. De hecho, sus raíces se remontan hasta la época vikinga, entre los siglos VIII y XI.
Según algunos historiadores, los vikingos incorporaban pompones a sus cascos militares no solo como elemento decorativo, sino también para facilitar su retirada. En algunas representaciones de dioses nórdicos, incluso, los cascos aparecen con una borla similar en la parte superior.
De los vikingos a la moda moderna
Este accesorio también ha estado presente en muchas otras culturas a lo largo de la historia:
- En el siglo XIX, los marineros franceses llevaban gorros con pompón como parte de su uniforme.
- En la Iglesia Católica, algunos cargos religiosos usan tocados con borlas.
- Los clanes escoceses utilizan pompones en las boinas tradicionales que distinguen a cada familia.
Más que moda: identidad cultural
La ropa no solo refleja nuestra identidad personal, sino que también comunica valores culturales y sociales. El pompón, aunque discreto, es un excelente ejemplo de cómo un pequeño detalle puede tener una gran carga simbólica y funcional.
Así que, la próxima vez que te pongas un gorro con pompón, recuerda que no es solo una moda pasajera: llevas en tu cabeza un pedacito de historia.