Un hombre cuenta su horror después de que lo que pensó que era una “quemadura menor” en su pulgar lo llevara a perder ambas piernas.
Max Armstrong pasó seis días en coma tras un incidente casi fatal mientras acampaba con amigos en Kiowa, Colorado, en diciembre.
El hombre de 40 años había salido al aire libre para una semana de diversión cuando se quemó el pulgar mientras cocinaba pasta para la cena.
“Agarré mal una sartén y mi pulgar tocó la parte caliente,” explicó Armstrong. “Sentí que se quemaba mientras la llevaba a la mesa, pero no quería soltarla.”
No le dio importancia, ya que, según él, estaba acostumbrado a pequeñas quemaduras, cortes y rasguños debido a su estilo de vida al aire libre.
Después de cocinar, limpió la herida y la vendó. Sin embargo, unos días después, notó que una de sus piernas comenzó a hincharse.
Al principio lo ignoró, pensando que quizás se había lastimado el tobillo sin darse cuenta. Pero el 7 de diciembre, cuando estaba listo para empacar y volver a casa, su amigo le sugirió ir al hospital.
“En ese momento, mis uñas de los pies comenzaron a ponerse moradas y la hinchazón había aumentado.”
Un diagnóstico impactante
Confundido por sus síntomas, Armstrong se dirigió al hospital AdventHealth Parker.
“Para entonces, la quemadura en mi pulgar se veía bastante mal. Se había vuelto negra y parecía estar devorando mi piel.”
Mientras hablaba con los médicos, empezó a desvariar y sus ojos se pusieron en blanco. Fue entonces cuando los médicos se dieron cuenta de que la bacteria estreptococo A había infectado la quemadura y había evolucionado rápidamente a sepsis, una condición potencialmente mortal si no se trata a tiempo.
Armstrong fue trasladado a AdventHealth Porter, donde lo indujeron a un coma durante seis días.
Su familia fue advertida de que se preparara para lo peor. Milagrosamente, despertó el 13 de diciembre.
“Todos estaban muy felices de verme,” dijo. “Los doctores le habían dicho a mi familia que tal vez no lo lograría.”
Pero la alegría duró poco cuando Armstrong notó que sus pies estaban completamente negros. Los médicos le informaron que la sepsis había destruido el tejido y se estaba extendiendo a sus piernas, por lo que era imposible salvarlas.
El 23 de diciembre, le amputaron ambas piernas en una cirugía de tres horas. Luego pasó un mes en el hospital recuperándose.
“Al principio, cuando desperté, pensé que mis piernas aún estaban ahí. Luego, al tocarme, me di cuenta de que no lo estaban,” recordó.
El 14 de enero, fue trasladado a la clínica Sky Ridge Sports Medicine and Rehabilitation en Colorado, donde pasó otros 16 días.
Ahora dependerá de una silla de ruedas de por vida, pero está decidido a fortalecer sus brazos y hombros para mejorar su movilidad, describiendo estos ejercicios como su “salvavidas”.
“Era un simple viaje de caza con amigos y terminó siendo una pesadilla. Lamentablemente, una cena fue suficiente para que la quemadura se infectara con estreptococo A.”