El “hombre más solitario del mundo” pasó casi tres décadas sobreviviendo solo en las profundidades de la selva amazónica.
En el corazón de la vasta selva de Brasil, existió un hombre que vivió completamente aislado, sin pronunciar jamás una palabra a otro ser humano ni tener contacto con el mundo exterior durante 26 años.
El indígena, conocido como “el Último de su Tribu” y “el Hombre del Hoyo”, se vio obligado a valerse por sí mismo tras convertirse en el único sobreviviente de una brutal masacre que acabó con su comunidad.
A pesar de la soledad que seguramente sintió, el cazador indígena se adaptó a su singular situación: cazaba, fabricaba herramientas y construía su propio refugio utilizando palmas.
Este misterioso hombre no tenía nombre ni hablaba ningún idioma comprensible para el resto del mundo, y literalmente no tuvo a nadie con quien comunicarse durante la mayor parte de su vida.
Se le captó en imágenes secretas mientras cortaba un árbol con un hacha casera (USA Today/YouTube).
El mundo exterior intentó establecer contacto con él, dejándole suministros como armas de vez en cuando, pero el contacto humano nunca fue directo, ya que solía huir tan pronto como veía a otra persona.
El mundo supo por primera vez de su existencia en 1996, cuando las autoridades brasileñas detectaron signos de que alguien vivía solo en el remoto Territorio Indígena de Tanaru, en el estado de Rondonia.
Rastreadores ocasionalmente lograban avistarlo, describiéndolo como una figura ágil y delgada que portaba un arco y flechas de bambú, pero poco más.
También descubrieron que cavaba profundos hoyos en el suelo, que cubría con palos, hojas y piedras para atrapar animales, aunque algunos de esos hoyos parecían tener propósitos espirituales o rituales.
Se cree que dedicaba la mayor parte de su tiempo a cazar aves, monos y cerdos usando su fiel arco, además de cultivar maíz y papayas cerca de su choza.
Su desgarradora historia se conoció mundialmente cuando el gobierno brasileño logró filmarlo en secreto en 2018.
En las imágenes, se le ve semidesnudo cortando un árbol con un hacha casera, para luego mirar directamente a la cámara antes de desaparecer de la vista para siempre.
Después de décadas esquivando la civilización y sobreviviendo en condiciones extremas, el hombre murió por causas naturales. Las autoridades encontraron su cuerpo en agosto de 2022, recostado en una hamaca frente a su refugio cubierto de hojas de palma.
Su trágico final es un recordatorio conmovedor de la resiliencia humana y el instinto de supervivencia, así como del legado cultural de su pueblo, ahora perdido para siempre.
Se cree que su tribu fue exterminada por ganaderos ilegales entre las décadas de 1980 y 1990, en una época en que la Amazonía sufrió una intensa explotación violenta para abrir paso a tierras agrícolas.
Funai, la agencia brasileña de asuntos indígenas, respetó su deseo de vivir en soledad, estableciendo zonas y reservas para protegerlo desde la distancia.
Altair Algayer, coordinador local de Funai, declaró:
“Este hombre, desconocido para nosotros, aún perdiéndolo todo —su pueblo y toda una serie de prácticas culturales— demostró que, incluso así, solo en medio del bosque, es posible sobrevivir y resistir sin aliarse con la sociedad” (según informó The Daily Mail).
Survival International, una organización que defiende los derechos indígenas, lo calificó como “una víctima de un genocidio olvidado por la mayoría”, representando tanto “la violencia horrífica como una asombrosa resistencia”.